Comerse una tilde en una presentación es como sonreír con un trozo de espinaca entre los dientes.
Escribir «hacer» sin hache y con ese en un informe es como entrar a la oficina de tu jefe con los calzones de sombrero.
Usar la voz pasiva para un artículo o una tesis es como llegar borracho a casa de tus futuros suegros, a pedir la mano de tu novia.
No quedes mal.